domingo, 25 de julio de 2010

PARÁBOLAS DE JESÚS


Una parábola en labios de Jesús es una lección en colores al alcance de niños y adultos, sobre los más hondos enigmas del corazón humano. No fue Jesús el inventor del género parabólico, sin embargo, la vivacidad particular de Jesús debido a su gran talento narrativo, hace que sus parábolas sean únicas. Las parábolas hablan de la vida. En ellas, y a través de ellas Jesús comunica con enorme sencillez lo que vive.
En sus parábolas se refleja la vida de Galilea: los trabajos de la gente sencilla, sus rebaños y sus viñas, las siembras y las cosechas, la pesca en el lago y las fiestas. Las parábolas tienen como finalidad ayudar a las personas a caer en la cuenta de las experiencias de cada día para que a partir de ellas puedan abrirse al Reino de Dios, puedan ver lo que sucede en el encuentro con Dios.
Cada parábola es una invitación a pensar y a entrar en lo más profundo de la realidad, rebosante de vida, ese mundo nuevo que está brotando y que Jesús experimenta ya, dejando atrás el mundo viejo sin futuro.
Con las parábolas Jesús hace presente a Dios irrumpiendo silenciosamente en la vida de los que escuchan. Son buena noticia. Las parábolas no bendicen lo que uno ya es, sino que invitan a participar del Reino de Dios que inaugura Jesús. El mensaje no es misterioso, ni enigmático no solo para iniciados, sino abierto a todos el que quiera escuchar.
Con enorme paciencia, Jesús les enseña a captar con el corazón las señales de la presencia salvadora de Dios en las cosas corrientes de la vida, y, a la vez, su propia experiencia de Dios. Jesús utiliza imágenes de la normalidad de la vida para hablar de Dios, del Reino. Un ejemplo es la parábola del grano de mostaza.
Jesús presente a Dios en lo cotidiano, en lo corriente. Jesús contaba parábolas, no alegorías. Su lenguaje carácter vivir y penetrante.

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