lunes, 22 de febrero de 2010

LA EDAD DE ORO, LA MITAD DE LA VIDA, LOS 40.


Esta vez me llamó la atención un artículo publicado en la revista de teología pastoral Sal Terrae, dicho artículo lleva por título:La mitad de la vida.”Tesoros en vasijas de barro”, de la profesora de Psicología, Ana García- Mina Freire. Ella detalla la llegada a la edad de los cuarenta donde el ser humano (varón o mujer) adquieren, se podría decir, la perfección de sus vidas y complemento total de lo que han vivido y viven hoy. Es decir que cosechan lo que han sembrado, sean buenos o malos momentos de toda su historia personal, familiar, comunitaria, religiosa, parroquial, empresarial, etc.
Dentro de sus trabajo la Profesora detalla cosas positivas y limitaciones que a esta edad, 40, suelen tener todo hombre, sin distinción. Es por eso que hago un resumen de su trabajo, resaltando los aspectos ya mencionados anterioremente.
La mediana edad, de los 40 a 45, parece que es el momento evolutivo menos abrupto, más previsible, lineal y evidente. En esta edad se llega a ser lo que se quiere ser. A los cuarenta, una persona ha desarrollado básicamente su identidad. Con mejor o peor fortuna, ha conquistado sus autonomía y ha ido decidiendo a quienes amar , con quienes compartir la vida y dónde realizarse como persona. Para esta edad uno/a ya tiene una vida impresa en una vocación, en unos proyectos y vinculaciones con los que da sentido a sus días.
A los cuarenta se tiene el automático puesto, sigue el itinerario marcado, asumiendo algunas goteras propias del paso del tiempo y haciendo frente a las demandas que le requieren desde su vocación, su vida personal, familiar, comunitaria y profesional.
Es el momento en el que muchos alcanzan sus mejores logros; se trata de una generación que, aunque su reloj biológico continue su cuenta atrás, se vive en plenitud de capacidades.
Es la generación de la generatividad. En sus interior siente que tiene mucho que ofrecer. Convivir con la ambigüedad y lo complejo de las cosas le ha ayudado a situarse con competencia y seguiridad. Sus mienbros sienten un gran dominio y eficacia en aquello que hacen. La experiencia les permite tener un mayor control y habilidad para tomar decisiones y resolver los problemas cotidianos de la vida.
Para la generación intermedia, lo que el paso del tiempo ofrece es la posibilidad de asumir la finitud de la vida con mayor lucidez y realismo.
Por otro lado, al llegar a estas edades, es frecuente ver cómo hay personas que no se llevan nada bien con su cuerpo. Le reclaman que tenga la misma vitalidad, aguante, agilidad y belleza que años atrás.
Al llegar a la mediana edad de la vida, también, el cuerpo no tiene tantos recursos como antaño para hacer frente a las exigencias que se le pide. Tiene menos reservas y resistencia y se recupera más lentamante de los sofreesfuerzos que se le exige.
Con los años la vida se pone poco a poco en el sitio que le coresponde y viene siendo conciente de que, cuanto más se decide ser, tanto más patente e inequívoco se muenstra el talón de Aquiles que toda persona posee, lo cual recuerda la fragilidad. Una fragilidad que contrasta con todas las potencialidades, recursos y capacidades que uno tiene.
A las condiciones mencionadas tendremos que llegar en un monento determinado de nuestra vida, somos responsables de cómo lo afrontaremos el problema en el futuro; o cómo nos estamos preparando para tal etapa de la vida.

domingo, 14 de febrero de 2010

LA AMNESIA DEL AMOR

Este mes de febrero, de manera especial del día 14, se celebra el día de San Valentín o día del amor. Fecha en el cual muchos dicen recordar y celebrar un año o muchos de enamorado o de pareja. Lugar también que sirve para declaraciones y promesas de un amor “eterno”, para toda la vida. Estas promesas llevan, muchas veces a los adolescentes y jóvenes, a perder la cabeza, los sentidos, la noción por el tiempo y dicen vivir para la otra persona y que sin la otra no tienen valor sus vidas. Sin embrago, son palabras que se lleva el viento, como la arena que por un momento sienta base y cuando viene un fuerte viento arraza con todo; o como se diría en latín “flatus vocis”( palabras vacías).
Este acontecimiento viene acompañado de entrevistas a los psicoanalistas, psicólogos, terapeutas de parejas sobre qué es el amor, cuál es el fin. En las lecturas que he realizdo he podido ver que hay una definición muy compleja, algunos dependiendo del caso de pareja o relación que tengan. En ese amor que definen los profesionales, el cual se declaran las mayoría de los jóvenes y adultos suele haber una cierta amnesia por el amor veradero, por el sentido sincero de amor.
La anmesia del amor ha hecho que se caiga en el mero pasatiempo- vacilón con el primero o la primera persona que se cruza, algunas veces se ha visto tan solo la parte física, lo aparente. Los ojos bonitos, los labios, la esbeltad del cuerpo, etc. Un joven decía que estaba enamorado de su pareja porque tenía los ojos verdes. Luego se le hizo la pregunta: “¿ Y si pierde la vista por algún accidente o se queda ciega, que pasará,la seguirás queriendo y estarás enamorado de ella?”. No hubo respuesta por parte del joven. Esto revela que se dejan llevar por la superficialidad, dejando de lado el amor del corazón que trasciende lo aparente, la estética. Aunque puede ser un lado bueno.
El olvido del amor ha hecho que se caiga en la relación material, donde el dinero y el estilo de vida suelen ser lo más importante. Si bien puede existir muy en le fondo el amor este se corresponde más por el goce económico.
El amor que trasciende es aquel que mira con ojos benévolos y decubre lleno de cariño las cosas que está a su alrededor, es el que reconoce el amor recibido como un don. Deja en el corazón la consoladora certeza de haber sido amado, primero por Dios, y luego por otras personas como los padres, los amigos, enamorados (as) y demás.
El amor es fidelidad, espera y se commueve, que vuelve y corre a su encuentro. Para terminar transcribo el texto de la Carta de San Pablo a los Corintios: El amor es paciente, es servicial ; el amor no es envidioso, no es jactanciosa, no se engríe; es decoroso, no busca su interés; no se irrita; no toma en cuenta el mal; no se elegra de la injusticia; se alegra con la verdad. Todo lo escusa, todo lo cree. Todo lo espera. Todo lo soporta. (1Cor 13, 4-7)