lunes, 19 de julio de 2010

JESÚS, MAESTRO DE LO COTIDIANO


Al escuchar a Jesús algo empezó a cambiar entre las gente sencilla. Conocían a Jesús y sabían muy bien que su autoridad no se cimentaba en la ciencia sino en la experiencia. La gente percibe en sus palabras un plus de credibilidad.
Jesús expresaba lo que surgía de su corazón, sin esa constante referencia a los textos Sagrados. Utiliza la Escritura como instrumento y medio, no como objetivo y finalidad. Jesús citaba la Escritura, pero no se limitaba a repetir el texto. Adopta el lenguaje y las imágenes bíblicas a su propia experiencia de Dios.
Su enseñanza hace creer que la añorada llegada del Reino puede ser realidad. Se acerca a la gente y habla donde haya alguien para escucharle. Tiene un lenguaje propio y un mensaje que llega al corazón.
En las fiestas imparte su enseñanza mientras come y bebe, hasta el punto de ser tildado de comedor y borracho.
Las parábolas cautivaban al igual que sus dichos. Estas últimas son breves y concisos, y la gente se siente impactada. Otras veces habla con humor e ironía. La gente disfrutaba y reía, pero no olvidaba la lección. Es tajante en lo esencial. Sobre utilizar con gracia, juego de palabras que les divierten no poco.
Jesús utiliza los dichos populares, cuya autoría nadie conoce, de manera original para enseñar a entrar en el Reino de Dios. De entre los textos que más atraían a Jesús están los del profeta Isaías, pues en ellas se anunciaba un mundo nuevo para los enfermos y los más pobres: la pasión de su vivir.
Jesús sabe tocas el corazón y la mente de las gentes con sus sentencias, a fin de ayudarles a entender la vida desde el Reino.

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