lunes, 4 de enero de 2010

EL MULTIFORME CARISMA FRANCISCANO

El multiforme carisma franciscano, que al vivirlo se convierte en multiforme y riquísima espiritualidad franciscana, a la luz de las tres Ordenes (Primera Orden, Frailes; Segunda Orden, Clarisas; Tercera Orden, Laicos) de toda la familia franciscana, de todos los tiempos, y en las dimensiones espirituales y prácticas más variadas de la vida de todos sus miembros. Se puede sintetizar el carisma franciscanos en las breves palabras: El Carisma, la Gracia, el Ideal, la Regla y Vida de los franciscanos es ser santos, viviendo más de cerca, con la radicalidad, con la fidelidad incondicional, el Evangelio de nuestro Señor Jesucristo y de su Santísima Madre y madre nuestra la Virgen María, en y desde el corazón de la Iglesia Católica universal y local, tras las huellas de San Francisco de Asís, optando preferentemente por los pobres, en la casa, en la familia, en Fraternidad. Recibiendo a cada hermano como un don de Dios a la fraternidad. En el “hoy y aquí” histórico-geográfico en el que nos toca vivir, en medio del mundo. Y así Orar la vida, convirtiendo cada día con sus trabajos y fatigas, alegrías y tristezas, éxitos y fracasos, salud o enfermedad, vida y muerte que nos pueden ocurrir, convirtiendo todo nuestro ser, en ofrenda espiritual anticipada a Dios. Y de esta manera, con el infinito agradecimiento a Dios e infinita alegría, convertir la misma vida en fuerte y perseverante experiencia de Dios, en nuestro medio divino de santificación y de evangelización misionera. Y siempre muy conscientes de la fugacidad de nuestra vida terrena maravillosamente vivificada de inmortalidad eterna, para gozar un día de la presencia, gozo y felicidad del mismo Dios (Fr. Antonio Goicoechea M.)
Se afirma, en primer lugar que el carisma franciscano es multiforme y que hay que descubrirlo, verlo, valorarlo, y tratar de vivirlo, a la luz de la originalidad, desafíos y riqueza evangélica y de las diferencias normales en que surge cada rama franciscana en su momento histórico y eclesial, teniendo en cuenta la forma cómo se ha vivido, con y desde San Francisco, hasta nuestros días, por todos sus hijos, varones y mujeres, más humildes y más preclaros, santamente, en todas sus dimensiones de espíritu de sacrificio, oración y devoción, de contemplación, de apostolado, del testimonio más variado dentro del misterio de su carisma multiforme, en el trabajo diario de la casa, familiar, educacional, asistencial, cultural y siempre misionero , con ejemplaridad evangélica, muchas veces hasta el martirio. Es todo un misterio, porque la infinidad de carismas proviene de la infinidad de su autor, que es Dios, el Espíritu santo, Cristo mismo, dentro del amor infinito e infinitamente comunicativo dentro y fuera de la trinidad.
Toda la familia franciscana se caracteriza por la gracia de un ideal y por un carisma o Don espiritual especial, de seguir radicalmente a Jesucristo y a su Santísima Madre, con amor, con alegría y sencillez evangélica, con discernimiento, responsabilidad y fidelidad, en y desde el corazón de su Iglesia, que es Iglesia Sacerdotal de clérigos y laicos, al servicio de la misma Iglesia, como comunión de todos los hombres, como Pueblo de Dios, como Cuerpo de Cristo, como Sacramento de Salvación universal, como Reino de Dios, y así, al servicio del designio de paz, de justicia y desarrollo, de fraternidad, de comunión y de santidad que Dios tiene sobre toda la humanidad.
El carisma evangélico- franciscano hace hincapié en que, más que los métodos y eficiencias pastorales, se valora sobremanera el estilo de vida, la calidad de vida, la forma de ser, vale decir, la amabilidad, la cortesía, bondad, la compasión, la naturalidad, la acogida amorosa y respetuosa, benigna y de perdón sin límites, la sana, amplia y culta tolerancia, el diálogo, la armonía, el servicio, la amistad, la hospitalidad, la espiritualidad de una vida de oración y devoción, todo en la vida ordinaria diaria de trabajo que es nuestro normal, más fácil y más eficaz medio de santificación. Una vida llena de fe, de confianza mutua, de amor y esperanza, y salvando siempre, en forma sencilla pero decidida, y con gran sentido de respeto a la dignidad de los demás, por humildes que sean, además de los derechos humanaos universales. El derecho a la libertad de pensamiento y de expresión en todos los campos de la más amplia y digna experiencia humana en la investigación, en el arte, etc., y también como ocurre entre nosotros, en el amor, fe, esperanza, devoción y sencillez maravillosa de la religiosidad o piedad popular. Es parte del sentido y carisma de nuestra fraternidad Misionera Universal.

2 comentarios:

  1. Guau, guau decía mi perrito cuando se le cruzaban los chicotes y veía fantasmas, ahora casi diré lo mismo ante semejante apología de este gran pintor?, ah perdón no es pintor, pero parece verdad? Está verdaderamente muy bien pintado el tema, tiene destellos de luz interior, pero es acaso solamente un género literario lo que utiliza para hablar así de la vida religiosa (en nuestro caso específico: ser franciscano), porque si vemos la realidad actual, el texto se podría acomodar a un escrito romántico o a una añoranza del ayer. Pensemos en la primera Orden, los vínculos de hermandad, de espiritualidad, de alegría, de amabilidad... se dan pero casi de una manera trasnochada o una cercanía impedida por una pared muy gruesa, el ideal sigue siendo el inalcanzable, "...de colores, de colores se pintan los campos en la primavera, de amores, de amores se habla como si fuera quimera", habría que analizar el contenido que se pinta en este precioso artículo. No digo que esté mal elaborado porque sé que viene de una persona con una preparación muy exigente. Lo que sí me queda un sabor agri-dulce es que se vuele en lo ideal y no se acerque mucho a la realidad, porque si bien es cierto es bueno pensar en sentido positivo, pero también cabría decir que no es bueno caer en el positivismo barato. Si hablamos en la Segunda Orden, nuestras hermanas clarisas reclaman el apoyo espiritual a gritos de los frailes y no hacen protesta callejera porque deben guardar la clausura, es que no se les atiende como consta en su regla y en nuestras CC.GG. como deberíamos, por las ideas prejuiciosas de los mismos frailes (tildando de monjero) o por el desbande de algunos hermanos que empiezan por atenderlas y terminan por encontrar el lugar de refugio (encariñándose) lo que dentro de la propia fraternidad no lo encuentran. Y la relación con la Tercera Orden, según está descrito en el artículo de verdad que es muy bonito, pero al mismo tiempo carece de autoridad categórica porque si preguntáramos a los mismos integrantes, simplemente nos reclamarían por nuestro abandono. Con esto no quiero llegar a criticonear baratamente este artículo, pero sí quisiera que se vea más de cerca esa problemática, que el descuido nuestro hacia ellos ha traído consecuencias aparentemente mínimas, pero que en el fondo son substanciales; por ejemplo: desde que empieza nuestra poca relación con la Tercera Orden, las vocaciones religiosas han disminuido notablemente (podrían ser testigos los frailes mayores en edad), porque está demostrado que la continuidad es un factor que “influye y al mismo tiempo determina”, ya que muchas veces el promotor vocacional no puede darse el lujo de viajar cada semana, pero si hubiera una Tercera Orden en cada región muy bien constituida y asistida, ellos serían los promotores vocacionales más directos y continuos. Es paradójico esto, empezamos descuidando y terminamos descuidados.
    Para concluir, no digo que estemos haciendo algo incorrecto o seamos "los" descuidados por antonomasia, sino que se debería empezar a tomar conciencia que si nos encerramos en nuestros claustros y miramos solo hacia adentro, terminaremos como la Iglesia europea (cuando dejó de exportar vocaciones) que ahora es insignificante comparándola con la década del 50 del milenio anterior. Si salimos, cumpliremos el "vayan por todo el mundo..."
    pace e bene, e tanti auguri per il tuo blog. Scrive di piú, é buono e ci aiuta.

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  2. El escrito es muy interesante. Pero deja a la persona en el aire, pues son muchos adjetivos que se utilizan, como si se estuviera volando en un ideal inalcanzable.
    El ideal es alcanzable en la medida en que el hombre la tiene presente en su mente y en su vida y trata con todas sus fuerzas alcanzarla.
    Un hombre sin idea, seria un hombre sin ilusion y sin futuro.
    Nuestro carisma es precioso, pues nace de Dios mismo, quien es la fuente de todo. Nosotros como hombres solo debemos "tratar" de vivir aquello que hemos profesado. Pero ese vivir se realiza en la realidad, la cual es muy diferente a la que pensamos, sin embargo en ella debemos realizar lo que Dios y nuestra voluntad desea vivir.
    Te felicito por este blog, sigue adelante en tu estudio y en tu pensamiento. Paz y Bien.

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