miércoles, 6 de enero de 2010

¿EL ABORTO UNA INFLUENCIA?, ¡LA VIDA, UNA OPCIÓN!

El siguiente artículo fue publicado en la revista “Dejando Huella” de los estudiantes franciscanos del Perú, el año pasado en el mes de diciembre; ahora quiero compartirlo.
En el proceso de la historia de nuestro País se han dado cambios positivos que llevaron y llevan al desarrollo de estructuras que han ayudado a la modernización del mismo. Estos avances como influencia de otros países como EE.UU (en su mayoría) y el continente Europeo.
Dentro de este avance positivo no se puede pasar por alto los aspectos negativos. Como es el caso de la promulgación de leyes: la pena de muerte a los criminales, legalizar el aborto en las clínicas, el divorcio de los matrimonios en las municipios y otros temas que se debaten, pero que quedan en aporías.
El tema que hoy en día está en polémica es el aborto. Un tema en debate en nuestro País. En los medios de comunicación se muestran posturas diferentes entre las autoridades, los entendidos en las leyes, los médicos, agrupaciones y el público en general.
Entre las opiniones que se han escuchado, algunas parecían descabelladas y manifiesta la condición de los que nos gobiernan; para poner de ejemplo lo que manifestó un congresista: “En otros países se acepta el aborto, por lo tanto tenemos que estar de acuerdo a la modernidad”. Esta declaración es muestra de que la influencia negativa es fácil de asimilar, no atreviéndose a pensar por sí mismos. Se dejan llevar por la avalancha de disparates que dicen algunos parlamentarios cuando no tienen cómo responder a una pregunta.
Esto evidencia que no hay conocimiento de la realidad del País, como tampoco de los derechos que defienden la vida, acciones que se toman a nivel mundial por la vida del ser humano, sean las circunstancias en las que se encuentre.
No hay seriedad en promulgar las leyes, no ven la realidad, ni las consecuencias que puede traer a futuro. Solo se “piensa” en el momento, o el interés personal de cada cual. Esto sí refleja la época actual: activismo, del momento, individualismo, inestabilidad, etc. Asumido como una moda que viene de fuera, sin ser capaces de pensar. Cuando aparezca otro tema que llame la atención a nivel internacional, no faltará en el parlamento quien proponga que se haga lo mismo en el Perú; sin tener en cuenta el contexto, la realidad y condición de nuestros habitantes. Tan solo por estar en sintonía con el mundo.
Hasta la fecha el gobierno ha sido incapaz de poner argumentos solventes encima de la mesa que justifiquen de forma racional un cambio que no cuenta. No hay un solo fundamento de cierto peso ético o jurídico capaz de sostener la posible nueva ley de plazos, que permita el aborto sin restricciones, como tampoco hay razón para medidas tan disparatadas como que las niñas de 16 años pueden abortar sin permiso paterno, por el hecho de haber sido violadas. La política que alienta estas prácticas sin combatir sus causas no es lo que cabe de esperar de un gobierno que tiene entre sus deberes la preservación de la salud pública.
En definitiva urgen más programas educativos, asesoramiento sexual adecuado y apoyo a las jóvenes embarazadas. El aborto no es un derecho y que se financie una cultura de muerte con dinero público supone una aberración.
Como se demuestra una y otra vez, optar por la vida suele ser fuente de estabilidad, de seguridad, de alegría. Más aún está la decisión política, que debería olvidarse de demagogias fáciles y favorecer la vida, la responsabilidad y la compasión.
El respeto al vida humana exige oponerse al aborto, a la pena capital, a la eutanasia, a la guerra, al hambre y la muerte por enfermedades superadas por la ciencia, porque el derecho a la vida de todo ser humano sustenta todos los derechos que tenemos y se presenta antes que el derecho a la libertad o la propiedad, y es fundamento básico de la igualdad. Por ello que ninguna sociedad o grupo de poder puede legitimar, con el peso de la ley, qué vida merece ser vivida y cuál no.

1 comentario:

  1. Es un tema tan manoseado que dudo que tirar por el mismo sendero del debate clásico humano-no humano, asesinato o no asesinato, responsabilidad-irresponsabilidad, así que voy a enfocar el presente artículo desde la perspectiva de la doble moral que observo en buena parte de los tertulianos, especialmente en los de la vertiente pro-vida.
    La primera observación, y la más sorprendente, sobre todo este ROLLO que se monta de cuando en cuando acerca del aborto es que en ningún momento se apela a la dignidad vital del bebé. Los autoproclamados defensores de la vida –exclusivamente la humana, se entiende– jamás añaden el calificativo “digna”. Basta con que el bebé nazca y de ahí en adelante que el niño se las componga como mejor pueda. Apenas se le da importancia a si crece en medio de unos padres absolutamente incapaces, irresponsables o si lo hace rodeado de miseria. La única meta es que el niño nazca.
    La segunda observación, que viene a corroborar la primera, es que la mayoría de estos supuestos vitalistas no dedican ni una décima parte de las energías que invierten en rasgarse las vestiduras sobre el aborto a denunciar y combatir el ingente número de niños que mueren todos los años por el hambre y las enfermedades, hijas de la pobreza más absoluta. Al parecer, la combatividad que tanto defiende la “inocencia” y el “derecho a la vida” pierde sentido más allá de la frontera vaginal.
    En tercer lugar, es habitual calificar de egoísta a una madre que decide abortar. Pero yo pregunto: ¿acaso no es una decisión y un acto mucho más egoísta que el aborto el traer a un hijo al mundo? En la decisión de ser padres –al igual que en la de no serlo en el caso del aborto– no interviene la voluntad del hijo. Pero a diferencia de en la del aborto, en la decisión de ser padres implícitamente se le impone al hijo unas condiciones de vida, una educación y una religión sobre las que éste no tiene poder de elección. ¿No es esto egoísmo puro y duro?
    ¿Por qué va a ser más responsable, menos egoísta o no punible una madre que, sometida a unas condiciones económicas precarias, decide tener cinco hijos porque “me gustan los niños” frente a una madre que decide abortar?
    ¿No deberían preocuparse más los juristas por castigar a padres que, como alguno que he conocido, su único orgullo como tal es presumir ante sus hijos de lo mucho que aguanta bebiendo alcohol? ¿Qué puede esperar la sociedad de unos hijos educados según tan constructivos parámetros?
    ¿No es para echar a comer aparte la actitud de esa madre casada y con dos hijos pequeños que, con mirada extraviada y sonrisa de iluminada, narra cómo decide seguir adelante con su embarazo a pesar de que el médico le advierte que es altamente improbable que el bebé nazca con vida, y cuya mayor preocupación fue poner a un sacerdote casi a pie de paritorio para que bautizara a su retoño antes de enterrarlo? ¿Qué hubiera pasado si el embarazo se tuerce y muere la madre? ¿Dónde quedaría su responsabilidad para con sus otros hijos y su marido?
    Si hubiera que calificar de irresponsable a una madre por abortar voluntariamente, ciertamente no se trataría de la mayor de ellas.
    En cuarto lugar, la mayor trinchera en las batallitas que se montan alrededor del aborto está excavada sobre el concepto de ser humano -que sería bueno dedicar un debate al respecto- y su supuesto derecho a la vida. Donde digo supuesto quiero decir relativo ya que tal derecho no viene dado por una ley natural universal, sino que somos nosotros, en virtud de nuestro instinto de supervivencia animal y de especie los que nos hemos auto concedido ciertas prerrogativas para uso interno que, evidentemente, el resto de la nave Universo se la deja pasar de largo: un ser humano plantado en mitad de una selva asiática y rodeado de tigres lo tiene complicado para echar mano de los Derechos Universales y salvar, así, el pellejo. Así que el tema me parece interesante, pero demasiado complicado como para dar una concepción unilateral y definitiva, ya que caeríamos en una doble moral, en un doble discurso... pace e bene

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