miércoles, 20 de enero de 2010

EL AUDIFONO NOS LIMITA A HABLAR Y NOS HACE PERDER LA CAPACIDAD DE HABLAR


Hoy en día, al parecer, la fiebre de los aparatos electrónicos y móviles es algo natural en la vida de todo ser humano. Sin ellos no pueden estar tranquilos, y menos vivir bien.
Se ha vuelto cotidiano en nuestros días el uso del audífono que va conectado al Mp3, Mp4 o al celular. No hay persona (adolescente, joven, adulto, anciano e incluso los niños) que no tengan dicho “aparatito” puesto en las orejas durante el trayecto hacia el trabajo, centro de estudios, deporte, al hacer caminatas o correr por las mañanas. Parece ser entretenido escuchar mi propia música, mi género, mi Mp3 o Mp4; sin escuchar otras noticias, acontecimientos del día o música de otro tipo, como el que está sintonizando en el bus. Tan solo escucho lo que quiero y punto.
Suele ser, al parecer, una cosa normal usar el “aparatito”, sin embargo eso hace que no tengamos en cuenta a los demás, no se le presta atención y mucho menos el servicio o la caballerosidad y respeto hacia la otra persona. Lo digo porque ahora que tengo que tomar el bus para ir al centro de estudios, veo que el 70% o el 80% de los pasajeros con audífonos en los oídos. Y me pregunto: ¿Tendrán capacidad de escucha o de comunicación? ¿Sabrán es cuchar a otras personas? Y saco conclusiones que son evidentes: el poco diálogo, el entendimiento limitado y una interrelación que está por los suelos. Luego hay quejas de falta de comunicación o llamamos al diálogo cuando surgen conflictos y problemas. De dónde se puede sacar el diálogo con este tipo de fenómeno, fiebre, como quiera llamárselo que invade a grandes y pequeños. No hay formación en la escucha, sino una deformación del oído y de la escucha, que trae consecuencias; si hablamos del sentido oído, están las enfermedades ya conocidas; y las otras consecuencias ya les mencioné.
Puede parecer que esta opinión está en contra, y para algunos que no están de acuerdo con la época y circunstancias. Solo quiero hacer notar este fenómeno que invade, desde luego que no es el único; pero he querido centrarme en este “aparatito”. Pues afecta en la relación y la formación, especialmente de los niños, adolescentes y jóvenes.
Tal vez tengan capacidad de escucha, pero se trunca cuando se encierran en un mundito que se llama mío, me, para mí, etc.
Sepamos escuchar las cosas de la vida cotidiana, lo que le sucede a la otra persona para solidarizarnos, compartir o escuchar opiniones y sugerencias. Será una manera de formarnos en la escucha, no seremos ajenos a nuestra realidad y tampoco a nuestra historia
San francisco nos sugiere que inclinemos el oído para escuchar las palabras que son espíritu y vida. La expresión inclinar el oído nos envita una vez más al deseo de escuchar, lo cual es muy saludable para nuestro tiempo.

1 comentario:

  1. Lo encuentro importante este post, no puedo estar más de acuerdo contigo sobre el contenido del tema que tratas aquí, un problema muy difundido en todos los estratos de la población, pero como casi todos lo usan pareciera que es algo "común y normal", cabría decir que son pocas las personas que se cuestionan sobre tal fenómeno, tal vez para hacerlo se necesita observar con atención y sensibilidad, en cierta medida ver los "pro y contra" de la tecnología. Yo diría al respecto que todo invento, en sí mismo es bueno, pero depende de cómo se use. La imprenta, el tren, el automóvil y el avión cambiaron nuestras formas de relacionarnos. Pero en el momento en que el carro, por ejemplo, se convirtió en Leviatán de nuestras carreteras, nos crea dependencias, gastos abusivos y, sobre todo, de hecho se está tragando vidas humanas. La televisión es otro gran invento, pero puede convertirnos en estúpidos integrales, si la tenemos todo el día encendida y no sabemos seleccionar nuestra dieta de imágenes.
    "El móvil", pequeño diablillo enamorador, o mejor diría un mini-ordenador, porque en él se encuentra casi de todo, imágenes, música, videos, mp3, mp4, etc... es cierto que nos acerca a la familia, amigos, compañeros, socios o clientes, y de qué manera. Nos facilita la comunicación e información. Nos da seguridad, y, puede prestar libertad e incluso liberación a poblaciones aisladas. Pero también está destruyendo el lenguaje de nuestros adolescentes, fomenta una comunicación trivial y un gasto absurdo (“Fulanita, ¿le has cambiado los pañales al niño?”) aparte de lo que es uno de los instrumentos que contribuyen más al “ruido ambiental” (falta de silencio, de estar con uno mismo), a no parar, "síndrome de nuestro tiempo". Rara es la clase, la conferencia, la proyección de una película, hasta el oficio religioso (las misas por ejemplo) donde no suene un móvil. ¿Y qué decir de la proliferación de contestadores, esas diabólicas máquinas con que las empresas se liberan de nuestras preguntas y reclamos?
    Y tienes mucha razón al especificar a los que se meten en su mundo sin interesarles lo que le pasa al "Otro" a los que de buena gana yo llamaría "individuos individualistas" o por qué no actualizar esta frase bíblica "Tienen oídos, y no oyen". Es lamentable ver estas cosas con un crecimiento casi incontrolable, porque mientras que los niños de hace 15 años atrás teníamos los juguetes tradicionales, hoy sin el celular no se sienten niños del siglo XXI...
    Quizás, exagero en mis comentarios, pero ese tipo de fenómenos también me cuestiona a mí, porque a menudo veo "ídolos caminantes", tienen oídos, ojos, boca (no oyen, no ven, y no hablan)... sigue adelante hermano en el planteamiento de estos temas, son interesantes.
    Paz y bien

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