Hoy en día, al parecer, la fiebre de los aparatos electrónicos y móviles es algo natural en la vida de todo ser humano. Sin ellos no pueden estar tranquilos, y menos vivir bien.
Se ha vuelto cotidiano en nuestros días el uso del audífono que va conectado al Mp3, Mp4 o al celular. No hay persona (adolescente, joven, adulto, anciano e incluso los niños) que no tengan dicho “aparatito” puesto en las orejas durante el trayecto hacia el trabajo, centro de estudios, deporte, al hacer caminatas o correr por las mañanas. Parece ser entretenido escuchar mi propia música, mi género, mi Mp3 o Mp4; sin escuchar otras noticias, acontecimientos del día o música de otro tipo, como el que está sintonizando en el bus. Tan solo escucho lo que quiero y punto.
Suele ser, al parecer, una cosa normal usar el “aparatito”, sin embargo eso hace que no tengamos en cuenta a los demás, no se le presta atención y mucho menos el servicio o la caballerosidad y respeto hacia la otra persona. Lo digo porque ahora que tengo que tomar el bus para ir al centro de estudios, veo que el 70% o el 80% de los pasajeros con audífonos en los oídos. Y me pregunto: ¿Tendrán capacidad de escucha o de comunicación? ¿Sabrán es cuchar a otras personas? Y saco conclusiones que son evidentes: el poco diálogo, el entendimiento limitado y una interrelación que está por los suelos. Luego hay quejas de falta de comunicación o llamamos al diálogo cuando surgen conflictos y problemas. De dónde se puede sacar el diálogo con este tipo de fenómeno, fiebre, como quiera llamárselo que invade a grandes y pequeños. No hay formación en la escucha, sino una deformación del oído y de la escucha, que trae consecuencias; si hablamos del sentido oído, están las enfermedades ya conocidas; y las otras consecuencias ya les mencioné.
Puede parecer que esta opinión está en contra, y para algunos que no están de acuerdo con la época y circunstancias. Solo quiero hacer notar este fenómeno que invade, desde luego que no es el único; pero he querido centrarme en este “aparatito”. Pues afecta en la relación y la formación, especialmente de los niños, adolescentes y jóvenes.
Tal vez tengan capacidad de escucha, pero se trunca cuando se encierran en un mundito que se llama mío, me, para mí, etc.
Sepamos escuchar las cosas de la vida cotidiana, lo que le sucede a la otra persona para solidarizarnos, compartir o escuchar opiniones y sugerencias. Será una manera de formarnos en la escucha, no seremos ajenos a nuestra realidad y tampoco a nuestra historia
San francisco nos sugiere que inclinemos el oído para escuchar las palabras que son espíritu y vida. La expresión inclinar el oído nos envita una vez más al deseo de escuchar, lo cual es muy saludable para nuestro tiempo.
Se ha vuelto cotidiano en nuestros días el uso del audífono que va conectado al Mp3, Mp4 o al celular. No hay persona (adolescente, joven, adulto, anciano e incluso los niños) que no tengan dicho “aparatito” puesto en las orejas durante el trayecto hacia el trabajo, centro de estudios, deporte, al hacer caminatas o correr por las mañanas. Parece ser entretenido escuchar mi propia música, mi género, mi Mp3 o Mp4; sin escuchar otras noticias, acontecimientos del día o música de otro tipo, como el que está sintonizando en el bus. Tan solo escucho lo que quiero y punto.
Suele ser, al parecer, una cosa normal usar el “aparatito”, sin embargo eso hace que no tengamos en cuenta a los demás, no se le presta atención y mucho menos el servicio o la caballerosidad y respeto hacia la otra persona. Lo digo porque ahora que tengo que tomar el bus para ir al centro de estudios, veo que el 70% o el 80% de los pasajeros con audífonos en los oídos. Y me pregunto: ¿Tendrán capacidad de escucha o de comunicación? ¿Sabrán es cuchar a otras personas? Y saco conclusiones que son evidentes: el poco diálogo, el entendimiento limitado y una interrelación que está por los suelos. Luego hay quejas de falta de comunicación o llamamos al diálogo cuando surgen conflictos y problemas. De dónde se puede sacar el diálogo con este tipo de fenómeno, fiebre, como quiera llamárselo que invade a grandes y pequeños. No hay formación en la escucha, sino una deformación del oído y de la escucha, que trae consecuencias; si hablamos del sentido oído, están las enfermedades ya conocidas; y las otras consecuencias ya les mencioné.
Puede parecer que esta opinión está en contra, y para algunos que no están de acuerdo con la época y circunstancias. Solo quiero hacer notar este fenómeno que invade, desde luego que no es el único; pero he querido centrarme en este “aparatito”. Pues afecta en la relación y la formación, especialmente de los niños, adolescentes y jóvenes.
Tal vez tengan capacidad de escucha, pero se trunca cuando se encierran en un mundito que se llama mío, me, para mí, etc.
Sepamos escuchar las cosas de la vida cotidiana, lo que le sucede a la otra persona para solidarizarnos, compartir o escuchar opiniones y sugerencias. Será una manera de formarnos en la escucha, no seremos ajenos a nuestra realidad y tampoco a nuestra historia
San francisco nos sugiere que inclinemos el oído para escuchar las palabras que son espíritu y vida. La expresión inclinar el oído nos envita una vez más al deseo de escuchar, lo cual es muy saludable para nuestro tiempo.